miércoles, 3 de enero de 2018

Envidiable

Gaudí y Batlló


La casa Batlló es la forma más cercana, en este universo, de estar a bordo del Nautilus, en "20.000 Leguas de viaje submarino". En cualquier momento esperas ver aparecer a Antoni Gaudí, ataviado de capitán Nemo, atravesando el umbral curvo de sus puertas.

El trencadís vidriado es un elogio a la sostenibilidad, la barandilla a la ergonomía y los arcos catenarios del desván un homenaje a las ciencias puras. La eficiencia energética está presente en las branquias de las puertas y en el tamaño de las ventanas. El diseño, se lee en la grafía de las letras de las puertas en los rellanos. Los remolinos, las gotas y las dunas de los techos evocan al mar.

Con el crepúsculo, el festival de su fachada te sorprende desde la esquina con el Carrer Aragó. Una lluvia de confeti cae sobre las máscaras venecianas de sus balcones. La entrada principal y las dos primeras plantas se abren al Paseo de Gracia como las fauces de una criatura marina abisal. Mientras, el dragón, convertido en tejado, te vigila y te observa desde lo alto.

Este señor hizo un dibujo, una maqueta de yeso y se plantó a pie de obra a dirigir su construcción. Todo estaba en su cabeza. Espero que el piadoso señor Gaudí me disculpe  pero su obra me inspira el pecado capital de la envidia.

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