domingo, 4 de marzo de 2018

Picaresca

"El Pícaro" restaurante del centro


El rezo de la pizarra pintaba bien. Primeros atractivos como ensalada salvaje, mojama, provolone o pasta con boletus. Mayoría de segundos interesantes como confit de pato, atún, bacalao o solomillo ibérico y las sempiternas versiones de paella. Todo por 12 eurazos. Garantía suficiente para pedir mesa.

La camarera fue a comprobar si el comedor de abajo seguía vacío. Mientras, en la calle, perdimos el tiempo en pensar nuestra comanda. Inauguramos la vida en un comedor decorado con naturalezas muertas. Había reproducciones realistas de telarañas e incluso una réplica fiel de un cadáver arácnido.

Cuando la amable camarera empezó el recital oral del menú del día, se descubrió “El Pícaro”. No había, provolone, ni pasta con boletus, ni confit, ni atún, ni bacalao. En su lugar las opciones eran: pasta carbonara y emperador. Comimos excelente tomate con mojama mediocre, croquetas clónicas de cocido e irónico salvajismo en el tamaño de la ensalada. Solomillo justito y huevos rotos de pena al ver el ibérico en tacos. Terminamos con helado de vainilla y flan crema binario: 1 con coco, 0 sin coco.

Sábado, después de la tercera mascletá, y a menos de 500 m del mercado central de Valencia, “El Pícaro” mantiene la pizarra inmutable mientras “vamos cambiando el menú”. Única justificación, el recuerdo de "El Lazarilo de Tormes", la picaresca.

Amigable disconformidad

Cuando llegamos nos sorprendió el porche de bienvenida, inhóspito, pero con la misma decoración de madera que el resto del restaurante. Pe...